PROYECTO VITAL

La Verea es camino

La Verea es un proyecto vital trazado en la tierra oscura de Lanzarote. Un camino angosto que nos conecta con los pasos que nos trajeron hasta aquí y con los que aún nos quedan por dar.

La Verea es una declaración de intenciones. Es paciencia, porque la uva no entiende de prisas. Es constancia, quizá resiliencia, porque aquí nada se detiene; el atlántico nunca cesa frente a las rocas; los vientos cálidos nunca dejan de soplar. Y es intuición, porque en cada decisión que tomamos –desde los quehaceres de la vid hasta las complejidades de la elaboración– hay algo que no se puede medir, solo sentir.

CABRERA BERNAL

La Verea es familia

Este camino empieza en el corazón de Tinajo, en una zona llamada Hoya la Perra. Aquí crecen cepas con más de 100 años de vida de malvasía y listán negro. Esta viña la trabajaba mi abuelo, Juan Cabrera Cabrera. Él me llevaba en burro y carro desde Tajaste cuando yo era un chinijo. Mientras él cuidaba la tierra —con su espalda curvada, sus manos curtidas y su sombrero viejo—, yo jugaba en las parras sin darme cuenta del papel que jugarían él y aquellas excursiones al viñedo en mi vida, sin entender todavía lo que significaba ese lugar.

Hoy, más de cien años después de que esas cepas echaran raíz, este trozo de tierra todavía sigue en pie y no solo nos da las uvas con las que elaboramos nuestros vinos: nos da identidad. Porque antes de ser La Verea, fuimos niño y abuelo entre cepas centenarias y rocas de lava.

CABRERA BERNAL
Juan Cabrera
El abuelo fue raíz. Labró la tierra sin alardes, con la espalda al sol y el alma al viento y plantó las primeras cepas sin pensar en legado. Pero ahí están, y con ellas, el destino de los que vendrían después.
CABRERA BERNAL
Joaquín Cabrera
Joaquín tiene la paciencia del que sabe esperar y la constancia del que ha visto pasar de todo. Cuando algo se tuerce, él lo endereza sin ruido. No pide nada de más a la tierra, solo que la uva hable claro.
CABRERA BERNAL
Eli Bernal
Eloísa es esa presencia que pone orden, la que organiza sin que se note, la que decide sin levantar la voz. Nada pasa sin que ella lo sepa. Y si pasa, es porque ella decidió dejarlo pasar.
CABRERA BERNAL
Sergio Cabrera
Sergio camina con paso propio, pero lleva dentro las huellas de todos. Aprende, mira hacia adelante, decide. Conoce bien la historia, y eso le da libertad para escribir la suya.
BODEGA

La Verea es Tinajo

En Tinajo, los muros de piedra de La Verea se aferran al suelo como si supieran que esta isla no regala nada. Nuestra bodega está hecha de cenizas y viento. Nos recibe sin rituales, sin adornos, con la sencillez de lo genuino y auténtico. Como los vinos que elaboramos en ella.

Nuestra bodega está diseñada para una vinificación de mínima intervención. Cada detalle, desde la arquitectura que favorece la gravedad como aliada natural hasta la disposición funcional de los diferentes recipientes y espacios, responde a un único propósito: conservar la pureza varietal y poner en valor el potencial de las variedades autóctonas de la isla cultivadas en condiciones extremas.

BODEGA

La Verea es
basalto antiguo,
cenizas y atlántico

La influencia del Atlántico, la escasa lluvia y los suelos de Lanzarote, moldeados por cenizas y basalto antiguo, marcan el carácter de todo lo que nace en la isla y convierten estas uvas en un milagro. Todo, aquí, es improbable, un testimonio de resistencia.

Basalto antiguo
El testigo más remoto del origen volcánico de la isla. Rocas negras, compactas, que aportan estructura y mineralidad a los suelos pobres en materia orgánica, que obligan a la vid a esforzarse, profundizar y adaptarse. De ese esfuerzo nacen vinos de acidez vibrante, de estructura tensa y una expresión mineral inconfundible.
Cenizas
Las erupciones del Timanfaya en el siglo XVIII cubrieron esta tierra de una gruesa capa de ceniza volcánica: el picón, que actúa como un aislante natural que retiene la humedad y protege las raíces del calor extremo para que las vides sobrevivan, crezcan y maduren lentamente. La ceniza es, paradójicamente, lo que hace posible el cultivo en un paisaje que, a primera vista, parece inhabitable.
Atlántico
El Atlántico es una presencia constante y silenciosa que define el carácter del viñedo en Lanzarote. Sus vientos alisios moderan el clima extremo de la isla, reducen el riesgo de enfermedades y actúan como un regulador natural de la temperatura, aportando frescura incluso en los veranos más intensos. Es el origen de una acidez precisa, de una tensión vibrante, de una sutileza que equilibra la fuerza mineral del suelo.
VITICULTURA

La Verea es dejarse la piel

Desde niño he visto cómo todo aquí exige dejarse la piel. Trabajar la viña es un acto de perseverancia que se vive con la tierra bajo los pies y el cielo como testigo. En La Verea cultivamos nuestras parras siguiendo los sistemas tradicionales, sobre suelos volcánicos y antiguos, pobres en materia orgánica, que honran el trabajo manual y la incansable dedicación del viticultor, que ha aprendido a dialogar con esta tierra exigente como nadie.

VINIFICACIÓN

La Verea es una
declaración de intenciones

Sabemos que no basta con observar; hay que sentir, experimentar, disfrutar del placer de crear, con honestidad y sin ataduras. Así son nuestros vinos; auténticos y llenos de matices que evocan el carácter irrepetible de las uvas de esta isla.

Nuestros vinos fermentan en huevos de hormigón y se crían durante 10 meses en un proceso que exige paciencia y atención absoluta.

Observar no es solo mirar. Observar es entender la fragilidad del instante, revelar el cambio imperceptible, descifrar la vida que sucede en los detalles más pequeños. Estar allí, siempre, cada mañana, para entender que el vino es estar en presente pero, sobretodo, intuir en clave de futuro.